martes, 3 de septiembre de 2013

Cinema Trébol

Centro Comercial Los Dos Caminos, popularmente conocido como "El Trébol"




Información para los más jóvenes: el centro comercial Trébol quedaba donde hoy se levanta (y se hunde) ese bicho puyúo en forma de nave espacial llamado Milenium. El Trébol era una edificación normalita ella, cuadrada y tal, pero su gancho era el novedoso sistema de salas de cine. Marico, no lo podías creer, o sea: eran tres salas donde pasaban tres películas simultáneas, y le pusieron “trébol” por eso, porque la disposición de las salas se asemejaba a las hojas de las maticas esas con las que Malú hace sus ensaladas gratis para pelabolas. Muy ingeniosos.
Quedaba lejos el Trébol, y ese era otro de sus encantos; cuando no existía el Metro había que agarrar un autobús desde la avenida Sucre hasta Chacaíto, luego otro que fuera para Petare, y quedarse ahí donde está hoy el metro de Los Dos Caminos. Era un viaje de una hora y pico si había tránsito pesado. Si tú querías sacar a pasear a una novia o potencial levante no te la podías llevar para esos cines horrendos del centro, esos bichos donde pasaban puras películas porno o mexicanas (la gente que trabaja en el diario Ciudad Caracas, antiguo cine Rialto, todavía debe escuchar a las ánimas en pena –y en pene- de tanta actriz especialista en gemidos falsos). No señor: había que irse al este del este. Allá lejos, en las salas ultra-guao de los cines Trébol, conocimos muchos las delicias de la lata clandestina y el manoseo descarado, mientras el pendejo de Clint Eastwood hacía esfuerzos por llamar nuestra atención. La siempre dulce Laurita manipulaba la pistola mejor que ese tipo.

Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento de la nostalgia, un día del año 2000 pasé por el lugar y me encontré con que unas máquinas le habían entrado a pingazos al centro comercial y sólo quedaba un carapacho de columnas y medio techo. El espacio había sido cerrado con láminas de zinc. Bordeé la barrera hasta que me encontré con la entrada, y sentado del lado de adentro un vigilante. Le dije que quería entrar para ver cómo habían quedado los cines (sí, estaba pensando en el tono de Cinema Paradiso), que yo era periodista y que iba a escribir algo para un periódico revolucionarísimo en que trabajé dos meses. Sabes que yo nunca trabajé en diarios escuálidos; solamente en El Nacional, El Universal, Así es la Noticia, 2001 y ese que llaman Tal Cual.
El vigilante fue a buscar a una especie de jefe de las obras y éste vino a atenderme. Le dije a qué iba, que me diera chance de entrar con un fotógrafo. El hombre me dijo:
--Ajá, pero ahí lo que queda es un hueco y un poco de escombros. ¿Qué noticia vas a buscar tú ahí?
Pude haber insistido, pero le di la razón al carajo y lo dejé de ese tamaño. Las Lauritas de mi perra vida nunca serán un escombro en la memoria.

1 comentario:

Anónimo dijo...

con~o! demolieron al Trebol? qué bolas! era mi punto de encuentro con uno de esos amores mios de finales de los 80s/comienzos de los 90s. Yo tomaba el metro desde el oeste hasta alli y me pasaban buscando en via hacia el este. Una vez, de noche, fui a sacar plata del cajero y por los parlantes del fondo musical salia "Aquarela" de Toquinho: una vaina medio mágica pue es sabido de lo mala que puede ser la musica de los fondos musicales de los centros comerciales. Asi bajo la noche lluviosa tocó bailarla en celebración de la agradable coincidencia. (si, todo esto suena cursilisimo, pero esa fue mi ciudad que me regaló esos momentos en mi vida).

Z@x