domingo, 5 de febrero de 2012

El carnaval y las tánganas

Vienen los carnavales.
Como usted sabrá, si vive en Caracas o ha pasado aquí estas festividades, en el bulevar de Sabana Grande y otras zonas se han venido presentando unas coñazas colectivas espontáneas. Si nos hacemos los pendejos y nos quedamos en la superficie del fenómeno llegaremos fácilmente a la conclusión de que el origen de esas peleas está en la venta masiva de un producto llamado Tángana, una especie de esprai que dispara un chorro de plástico más o menos líquido, y que a los carajitos les encanta echárselo en la cara a la gente que va pasando.
Una de esas cándidas personas que creen que el origen de la violencia es el envase ese (y los papelillos y tal) es una Beatrice Sansó de Ramírez, jefa de Pdvsa-La Estancia y a quien parece que la han nombrado dueña del Bulevar de Sabana Grande.

Dice:

El viejo chiste: usted sorprende a su pareja fornicando con otro/a en el sofá, y para evitar que aquello se repita va y bota el sofá.

Las coñazas en cuestión son estas:


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Vienen a mi memoria y a mis ganas de escribir algo escrito en 2009 con el título de Currtura (clic aquí)

Retomo el hilo de lo dicho en ese entonces para desarrollarlo más abajo:
  • Seguimos creyendo que la cultura es algo que debe mostrarse en una tarima, en un anfiteatro, en un proscenio, y les negamos a ciertas manifestaciones de la cultura cimarrona, bravía y poderosa de nuestra gente, la condición misma de expresión genuina de una herencia social. En lo personal, yo llevo más de 20 años presenciando (y recordando el día infame en que debí caer en plan de víctima, pobre montuno recién llegado de Carora) la manifestación más ruda y vigorosa del carnaval caraqueño: La Piscina, esa práctica indolente en la cual los muchachos de ciertas zonas abren un hueco gigante en la tierra, lo llenan de orines, pintura, harina, huevo y en ocasiones hasta agua y otros líquidos innobles, esperan a que pase cerca de ahí alguien vestido para otra ocasión que no sea el bravo carnaval caraqueño y lo arrastran sin misericordia hacia la fulana piscina, donde su vestimenta y su dignidad quedan literalmente hechas mierda.
  • (Dije misericordia, y bien puesto está ahí: la misericordia es un sentimiento asociado a la lástima del que tiene por el que no tiene; el ser que da limosnas puede que sea un hijueputa pero es misericordioso, y misericordia es lo que exige el catolicismo a sus oficiantes).
  • El Estado jamás reconocerá ese tipo de manifestación popular como cultura. Quizá tenga que ver con que no hay forma de financiar ni de sacar provecho económico de ella. Cosa que sí es viable y factible con esperpentos ajenos a nosotros como pueblo tipo carrozas, reinas del carnaval, bailes, conciertos. Jamás verá usted una pancarta de Polar que anuncie: “Este sábado 8, gran bañada de pintura y guerra de bombas de agua contra los güevones que pasan”. No, siempre es más “culto” y susceptible de financiamiento coronar a una “reina” que lance caramelos y papelillos.
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Ideas clave:
  • El "carnaval" ese sabanagrandero de las batallas campales es una expresión popular de la cultura urbana caraqueña, pero como no es financiable ni administrable; como no es susceptible de ser burocratizado, es más fácil criminalizarlo. Es lo más genuino del carnaval de Caracas; mientras otras versiones (casi todas) consisten en disfrazarse, ocultarse y simular, este evento consiste en lo contrario, en algo más que salir con la cara descubierta: pocos momentos nos descubren tan desnudos como cuando echamos para afuera las furias y la violencia, porque estallar de arrechera es desenmascarar los adentros (esos que la moral y las convenciones nos obligan a disfrazar).
  • Caramelo: bomba de azúcar colores artificiales y sustancias tóxicas, que les gusta a los carajitos casi tanto como esa costumbre que desarrollarán después: el caerse a coñazos.
  • Reina de carnaval: muchacha a quien han convencido de que disfrazarse de reina o de princesa europea y montarse en una carroza europea a lanzar caramelos es chévere y muy venezolano.

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Eso que sucede en el bulevar de Sabana Grande cada carnaval tiene parangón en otras manifestaciones populares callejeras en otras partes del mundo. Algunas tienen carácter ritual asociado a lo místico, pero en la práctica no dejan de ser vulgares peleas a carajazos entre tipos que se creen más arrechos que los demás y tienen ganas de demostrarlo. Por ejemplo el electrizante Tinkú boliviano:



Sólo que allá lo han reconocido como tradición y las autoridades lo permiten hasta cierto punto de la sangría. Sangrar significa para los Aymara estimular a la Pachamama para que los imite y se desangre en hemorragias de agua y frutos. La ceremonia tiene además el dato del cuerpo a cuerpo, del uno contra uno (hombres o mujeres, pero uno/a contra uno/a); en Caracas la zaparapanda involucra a quien quiere y a quien se atraviese.
Eso que ocurre en el bulevar de Sabana Grande es lo que nos dejaron los europeos y angloamericanos después de llevarse todo lo que teníamos: se llevaron los minerales, se llevaron idiomas, se llevaron vidas humanas, se llevaron tradiciones, se llevaron culturas, se llevaron memoria, y lo único que nos quedó fue la rabia.
Eso que ocurre en el bulevar de Sabana Grande cada carnaval se llama rabia y violencia, y por supuesto que usted tiene el derecho y los buenos motivos para condenarlo, rechazarlo, denunciarlo. Para eso estamos los domesticados: para asustarnos cuando los cimarrones arman su maravillosa fiesta de piedras y cuchillos.
Eso que ocurre en Sabana Grande es de la misma naturaleza que aquel otro fenómeno que se lleva decenas de vidas humanas todas las semanas. Es una manifestación no apta para sifrinos, intelectuales, aburguesados de todo tipo. Es algo entronizado en la cultura bravía de nuestras sociedades a punto de estallar junto con el capitalismo del cual es víctima y producto monstruoso. Esas coñazas colectivas son una manifestación de lo más primitivo, lo primario, lo genuinamente animal que tenemos, exacerbado por una visión (también impuesta) de lo que significa hombría y lo que significa valentía: nos caemos a coñazos o participamos en enfrentamientos entre clanes porque para eso nos han entrenado a punta de películas, competencias deportivas, incitaciones a aplastar al adversario para salir victoriosos y exitosos.
No hay ganadores sin perdedores, y el capitalismo se sustenta anímicamente en el deseo de casi todos de ganar y derrotar al compañero. De allí la gigantesca tarea de imponer la solidaridad sobre el ansia de competir (que nos está costando y nos costará más de una bola).

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¿Y qué tienen de "bueno" o importante esas tánganas?
Querámoslo o no, la violenta juventud caraqueña tiene en este tipo de tradiciones no convencionales un importante desahogo. La violencia que se drena en esas tánganas sin árbitro ni administración es energía que no se invertirá en asesinatos. No hay nada más relajante para el individuo humano sometido a altísimas tensiones que echarse a correr, golpear paredes, practicar algún deporte, tener sexo con más furia que ternura o echarse tragos hasta el llanto y el ridículo. Prohíbale a alguien muy presionado y alterado que se desahogue y tendrá un asesino en potencia. Igual pasa con las sociedades: reprímalas y dígales que es mejor tocar violín que tambores, y prepárese para un sacudón.
Es feo ver a unos muchachos enardecidos carajeándose por nada, pero esa energía social que allí se libera puede usarse también para matar, y con casi toda seguridad eso no sucederá en el bulevar. Así que, ¿realmente es deseable que se acabe esa forma de violencia maravillosamente autogestionada en anarquía?

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Al igual que con la política del desarme (tema aparte, aunque relacionado) puede que usted logre quitarle la pistola a alguien y evitar que mate a otras personas. Pero la rabia, ese animal primitivo que es la violencia, está allí, y no se irá detrás de la pistola. Este carnaval, como en los anteriores, veremos mucha represión, muchos detenidos, muchos sancionados por el tema de las coñazas callejeras.
Pero la violencia está ahí. La violencia no viene en una lata de esprai.

7 comentarios:

Anónimo dijo...

me imagino que las corridas de toro también serán parte de lo cimarrón de nosotros, quizás un cimarrón españoleto.

Yo he visto que los aztecas hacían sacrificios al igual que los incas, quizás para reivindicarnos como quimicamente puros ante las impurezas del conocimiento y de la razón deberíamos ofrecer a los dioses (cimarrones por supuestos) unas cuantas vírgenes cimarronas para esperar tener buena cosecha de cervezas en el bar del callejón de la puñalada (que aunque no parezca es muy actóctona y cimarrona).

Este es otro discurso pequeño burgués.

Anónimo dijo...

Deberían prohibir aun más esas cosas porque yo soy muy arrecho y si participo me los pego a todos y van a llorar.

Anónimo dijo...

Otra cosa que da arrechera colectiva es cuando no transmiten por tv las tanganas o coñazas del beisbol. Los caraquistas son bien mamis por cierto.

claudia josefina herrera sirgo dijo...

ANONIMO????: ya se te salio lo sexista con eso de que los caraquistas son mamis...claro era de esperarse despues de leclaer tu primera acusacion de que este tambien es un discurso pequeñoburgues...
por cierto, eso de anonimo deja mucho que desear, firma tus vainas, asume tu responsabilidad
claudia josefina herrera sirgo

Anónimo dijo...

De acuerdo con el articulo nojoda, nada como la fuerza telurica de nuestros jovenes, sangre cimarrona que se rebela y se vuelca en actividad fervorosa, no esas mierdas pequeño-burguesas del estudio, el respeto al derecho ajeno, la tolerancia, mierda decadante del capitalismo y de esos paises que pronto van a estallar como suiza, noruega y japón. Que vivan nuestras costumbres diablos

Anónimo dijo...

Si se observa bien el Tinkú boliviano se nota que los participantes tienen cuidado de no lastimar al contrincante.Ni uno solo de los golpes está dirigido a producir el daño necesario para neutralizar o destruir a un enemigo.Normalmente, un solo gancho es suficiente para producir estragos en el maxilar o en el plexo solar. No hay rabia desencadenada ciegamente.Aquí están actuando una serie de convenciones tácitas que por su naturaleza son lo opuesto de la furia y la falta de control.No veo cómo se puede comparar esta manifestación cultural con golpizas callejeras.

JRD dijo...

Anónimo24 de junio de 2012 03:18

Lea:

http://www.yoemito.com/index.php?option=com_content&view=article&id=441:norte-de-potosi-el-tinku-de-macha-acaba-sin-muertos-esta-gestion&catid=3:resto-del-pais&Itemid=55